Un viaje a través del símbolo: recorriendo los laberintos de Chartres y Amiens

Hoy os quiero contar que acabo de regresar de un viaje muy especial a Francia, un viaje que no era turístico ni casual, sino profundamente intencionado. Fui en busca de una experiencia vibracional concreta: quería sentir, en todo mi cuerpo y mi campo energético, la energía que emana de dos espacios sagrados llenos de simbolismo, geometría y conciencia: el laberinto de la catedral de Amiens y el de la catedral de Chartres.

Durante años he trabajado con símbolos, geometrías sagradas y ondas de forma desde la radiónica, pero esta vez quería algo más: una vivencia directa, una inmersión en el espacio que les dio origen. Y ahora te lo puedo contar de primera mano.

La onda de forma de Chartres: un portal en espiral hacia el corazón-tierra

El laberinto de Chartres no es solo una figura grabada en el suelo de una catedral gótica; es una onda de forma viva, capaz de transformar a quien se adentra en su recorrido. Caminarlo es como entrar en una espiral que no lleva hacia afuera, sino hacia dentro. Cada paso se vuelve una pregunta, cada giro una respuesta velada, cada pausa un espejo.

En mi recorrido por el laberinto de Chartres, sentí cómo una gran cantidad de energía subía y bajaba por mi cuerpo, como si la figura misma abriera un canal entre el cielo y la tierra. Esta espiral activa un proceso de descenso hacia el corazón y las raíces, favoreciendo el enraizamiento, la escucha profunda y el retorno a lo esencial.

El edificio que lo alberga —la majestuosa catedral de Chartres— no hace sino potenciar ese efecto. En radiónica, sabemos que ciertas formas arquitectónicas no solo son bellas: actúan como verdaderas antenas. La disposición del laberinto en el eje de la nave central, combinada con las proporciones armónicas del templo, convierte a la catedral en un amplificador vibracional que recoge, modula y redistribuye la energía telúrica del lugar. En Chartres, esa onda de forma desciende, penetra, toca la fibra emocional más profunda.

Amiens: la desconocida espiral de ascenso y liberación

Mucho menos conocido, pero igual de potente, es el laberinto de Amiens. Su trazo octogonal es más sencillo que el de Chartres, pero su energía no lo es. Al recorrerlo, fui soltando, paso a paso, todo lo que ya no me servía. Al llegar al centro —ese “cielo” simbólico del recorrido— sentí que algo se abría, y al desandar el camino, ya no era la misma: cada paso de regreso fue una siembra consciente de lo que había recibido en el corazón del laberinto.

La vibración en Amiens es distinta. Más mental, más etérica, más expansiva. La estructura de su catedral genera una onda de forma que eleva la frecuencia del visitante, conectándolo con planos más sutiles. De hecho, en radiónica se considera que el laberinto de Amiens favorece la elevación del pensamiento, la visión clara, la conexión con lo alto. Es como si Chartres nos ayudara a entrar en nosotros mismos, y Amiens nos enseñara a mirar más allá.

Ambos laberintos, cada uno a su manera, nos invitan a transformar. Al hacerlo dentro de una catedral, la experiencia se intensifica: es como si todo el edificio respirara contigo, acompañando tu viaje interior. Tras una experiencia como ésta, al salir de la catedral tienes la impresión de haber estado inmersa en una burbuja fuera del tiempo, en una realidad distinta a la del exterior del edificio.

¿Y si no puedes ir hasta allí?

La buena noticia es que no hace falta subirse a un avión para experimentar la energía de estos laberintos. Ambos pueden imprimirse o dibujarse sobre papel y, aunque parezca increíble, basta con recorrerlos lentamente con la yema del dedo o con la mirada para activar sus efectos. Es una práctica que se utiliza en radiónica desde hace décadas, y funciona gracias a lo que llamamos “ondas de forma”: la capacidad de ciertas formas geométricas de emitir frecuencias sutiles que interactúan con nuestro campo energético.

Trazar un laberinto con el dedo es una forma de meditación activa. Un viaje hacia dentro, donde cada línea es un hilo que nos va hilando otra vez con nosotros mismos. Es una práctica ideal cuando necesitamos centrarnos, tomar decisiones, reconectar con nuestro propósito o simplemente aquietar el caos interior.

Una vivencia que transforma

Volver de este viaje no es volver igual. Me llevo la certeza vibracional de lo que tantas veces he sentido a través del trabajo con gráficos radiónicos: las formas hablan, resuenan, actúan. Y en lugares como Chartres o Amiens, donde esas formas vivas irradian su increíble energía desde hace siglos, lo que ocurre no es simplemente simbólico. Es real, físico, energético y transformador.

Si sientes la llamada, camina un laberinto. Con tus pies, con tus dedos o con tu corazón. Porque a veces, lo que necesitas no es avanzar en línea recta, sino entrar en el misterio de un trazo que te conduce, inevitablemente, a ti.

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