La ascensión evolutiva, el cambio de densidad
En los últimos años, los seres humanos hemos estado experimentando cambios significativos en nuestro comportamiento, en nuestras reacciones, incluso en el entorno; cambios que a menudo no sabemos interpretar pero que indudablemente nos han estado afectando. Estos cambios no son más que el principio de nuestra adaptación a lo que en unos años culminará como un cambio de densidad.
Las siete densidades
Las densidades son niveles de conciencia, percibimos la realidad según las reglas de la densidad en la que nos encontremos. La octava vibratoria de la Tierra tiene siete densidades y, aunque todas ellas coexisten y están interconectadas, no todos los seres son capaces de percibir y experimentar las siete densidades; nuestro nivel de conciencia determina la densidad más alta que estamos preparados para vivenciar.
En la primera densidad no existe la conciencia, se trata de un estado de existencia meramente funcional, donde la energía se convierte en materia y el tiempo no es percibido por los seres que pueblan este nivel, que serían los minerales, las plantas, los elementos…
En la segunda densidad ya existe conciencia, pero es una conciencia grupal que no distingue individuos sino grupos, donde el tiempo aún no se percibe y las formas son planas. En este nivel se encontrarían los animales; un animal no tiene conciencia de sí mismo como individuo, pero se rige por las leyes de su especie, de su grupo.
En la tercera densidad nos encontramos los humanos, ya con una conciencia individual que nos separa del resto del grupo. Aquí ya somos capaces de percibir el tiempo, pero de forma lineal, y las formas geométricas con volumen; esta densidad se configura según las leyes del espacio y del tiempo, por lo que los moradores de este nivel poseen un sentido de la realidad espacio-temporal.
Estas tres densidades son físicas y hasta aquí la percepción se basa en los cinco sentidos, sin embargo existe una densidad más, también física, para la percepción de la cual necesitamos un sexto sentido. Se trata de la cuarta densidad. Los moradores de este nivel son seres humanos evolucionados, el “humano futuro”, por decirlo de alguna forma, un ser con conciencia grupal desde la individualidad; el humano que vivencia la cuarta densidad es consciente de su individualidad pero no se siente desgajado del resto, es a la vez consciente de su pertenencia al grupo, sabe que todos estamos conectados. En esta densidad se comprenden las formas arquetípicas y el tiempo ya no se percibe como algo lineal sino cíclico.
Más allá de estas cuatro densidades físicas se encuentran otras tres de carácter energético. En la quinta densidad existe una conciencia ya unificada, es el nivel que vivencian los maestros ascendidos y guías espirituales, esta densidad es pura energía y aquí ya no hay percepción del tiempo sino de un eterno “ahora”.
En la sexta densidad moran los seres integrados con el Todo, criaturas iluminadas que poseen una conciencia crística o búdica; estos seres perciben los patrones geométricos, las matrices de todo lo creado, y pueden proyectarse en formas humanas.
Por último, en la séptima densidad, el nivel de los seres angélicos, se da una conciencia multidimensional, una comprensión de todas las densidades; no existe la forma ni el tiempo, solo la integración total y el puro amor.
El cambio de densidad
Pero centrémonos en el salto de nivel de densidad del que hablábamos al principio, nuestro paso de la tercera a la cuarta densidad. Este paso no es ni más ni menos que la evolución del ser humano, una expansión de la conciencia y la ampliación de nuestras capacidades perceptivas. Ya que cada nivel posee una vibración distinta, el paso a una nueva densidad requiere una adaptación vibracional; hace tiempo que la Tierra se encuentra sincronizada con la nueva vibración, sin embargo la conciencia humana aún no lo está, y es por ello que a veces nos sentimos desconectados de nuestro entorno, de todo lo que nos rodea y del resto de los individuos. No obstante la idea de que en realidad todo está conectado es cada vez más fuerte, en los últimos años se ha estado abriendo paso poco a poco en nuestra conciencia como parte de la preparación para el cambio de densidad (recordemos la conciencia grupal desde la individualidad que caracteriza a la cuarta densidad).
Existen señales que nos hablan de esta transición que actualmente estamos viviendo, síntomas del proceso de ascensión; algunos son físicos, como constantes dolores de cabeza y de articulaciones, palpitaciones, ampliación de los sentidos físicos, e incluso pérdidas de memoria y desorientación. Otros van más allá de lo físico, como la proliferación de sueños lúcidos, cambios en la percepción del tiempo y en algunos casos experiencias extracorporales. Estos casos son cada vez más abundantes, cada vez es más habitual sentir la sincronicidad (una especie de avance hacia la percepción del tiempo cíclico) y cierta sensación de expansión; nos preguntamos más que nunca sobre el sentido de nuestras vidas y cada vez hay más gente embarcada en la búsqueda de la razón de ser (por consiguiente también más gente que se siente perdida, desorientada en su propia vida y sin saber hacia dónde se dirigen).
Estos síntomas se irán diluyendo a medida que nos vayamos sintonizando con la nueva vibración y por tanto vibremos acorde con la Tierra donde vivimos y con la cuarta densidad. Al igual que cada individuo experimentará esta transición de una forma determinada, cada uno trasmutará a su manera, dependiendo de su nivel evolutivo y de su grado de resistencia al cambio; cuanto más espiritualmente evolucionados estemos, menor será nuestra resistencia al salto de nivel y más suavemente se producirá esta transición. Las posibles formas de trasmutar son muchas, podríamos experimentar un gradual aligeramiento del cuerpo (se vuelve más etéreo y más luminoso) hasta adaptarse a la nueva situación, podríamos experimentar una muerte del cuerpo físico para reencarnar en uno más acorde con la nueva realidad, etc…
De cualquier forma, todo dependerá de nosotros mismos; el ser humano está llamado a evolucionar, y cada cual tiene en sus manos la responsabilidad y la oportunidad de prepararse para los cambios que ya se están produciendo, para nuestro paso definitivo a la cuarta densidad.