Cuando “eso de meditar” no es para ti
Cuando piensas en meditación, ¿qué imagen te viene a la cabeza? Quizá alguien sentado en silencio, con los ojos cerrados, visualizando una luz blanca… o repitiendo mantras en voz baja mientras suenan cuencos tibetanos de fondo. Y aunque eso también es meditación, no es la única forma de practicarla.
De hecho, muchas personas creen que no pueden meditar porque no consiguen “ver cosas” cuando cierran los ojos, o porque no les relaja escuchar música suave o sonidos binaurales. Y entonces piensan que no es para ellas. Pero lo cierto es que la meditación tiene muchas formas y muchas puertas de entrada. La clave está en encontrar la que se alinea con tu forma de percibir el mundo.
No todas las personas somos visuales. Algunas procesamos mejor lo que oímos. O lo que sentimos físicamente.
Otras necesitan moverse para poder conectar con su interior. Y eso también es meditar.
En este artículo vamos a explorar distintos tipos de meditación que quizás no conocías. Hablaremos de formas de meditar sin necesidad de visualizar nada, ni de escuchar música especial, ni de quedarse inmóvil durante horas. Porque meditar no es “vaciar la mente” ni “ver luces”… Meditar es estar presente con lo que hay. Y eso, cada uno lo logra a su manera.
Dime cómo percibes… y te diré cómo meditas
No todas las personas percibimos el mundo de la misma manera. Algunas somos muy visuales: pensamos en imágenes, recordamos colores, soñamos en paisajes. Otras tienen una percepción más auditiva: les marcan los sonidos, el ritmo, la voz. También hay quienes se conectan a través del cuerpo: necesitan sentir, moverse, tocar.
Estos canales de percepción son como puertas sensoriales por las que captamos lo que ocurre dentro y fuera de nosotros. Y si cada uno de nosotros percibe de forma distinta… ¿por qué habríamos de meditar todos igual? Descubrir cómo percibes te puede ayudar a encontrar tu forma ideal de meditar, la que se ajusta a ti, en lugar de forzarte a ajustarte tú a ella.
Veamos algunas de las principales formas de meditación.
Meditación visual: la más conocida
Muchas personas asocian la meditación con imágenes mentales: imaginar una playa tranquila, una esfera de luz que recorre el cuerpo o un templo silencioso en la cima de una montaña. Es la forma más extendida, y funciona muy bien para quienes tienen una mente naturalmente visual. Pero si no es tu caso, no pasa nada. La visualización es solo una puerta. Hay muchas otras.
Meditación auditiva: para quienes escuchan el mundo interior
Si tu canal principal de percepción es el oído, puede que encuentres en el sonido tu vía hacia la calma.
La meditación auditiva se basa en escuchar: tu respiración, el latido del corazón, los sonidos del entorno, el ritmo de una palabra repetida como mantra, o incluso el silencio entre los sonidos. También puedes seguir la voz del guía como si fuera una melodía que te sostiene y acompaña. Es una buena forma de meditar si te conmueve el ritmo, el tono, las palabras suaves o la música sutil… o incluso sin música, solo en la cadencia de lo que se escucha.
Meditación kinestésica: cuando el cuerpo es tu templo
¿Te resulta difícil visualizar o concentrarte en sonidos, pero conectas con las sensaciones físicas? Entonces la meditación kinestésica es para ti. Aquí se medita a través del cuerpo, sintiendo la respiración en el pecho, el peso del cuerpo sobre el suelo, la temperatura de las manos, los latidos, el roce de una tela, el contacto de una piedra. También puede incluir ejercicios como el escaneo corporal o sostener objetos táctiles mientras se medita. Es una vía directa al presente, ideal para personas muy sensibles al tacto o que necesitan sentir para conectar.
Meditación en movimiento: cuando el cuerpo no quiere quedarse quieto
No todas las meditaciones se hacen sentadas. La meditación en movimiento es perfecta si te cuesta mantener la quietud o si necesitas expresarte a través del cuerpo. Puede ser tan sencilla como caminar lentamente prestando atención a cada paso (walking meditation), o realizar movimientos suaves y conscientes, como una especie de danza interior. También se puede meditar estirando con lentitud, balanceando los brazos, o incluso barriendo o caminando por casa con plena atención. El cuerpo se convierte en el guía y el movimiento, en la práctica.
Mindfulness o atención plena: el arte de estar aquí
El mindfulness es una forma de meditación basada en la presencia sin juicio. No necesitas visualizar, ni repetir nada, ni hacer movimientos especiales. Solo observar lo que ocurre momento a momento: la respiración, los pensamientos que vienen y van, las emociones que surgen, las sensaciones del cuerpo. Es una meditación sencilla y profunda, accesible a todos, y muy transformadora. Ideal si buscas claridad, calma y autoconciencia, sin complicaciones.
Encuentra tu forma de meditar
No existe una única forma de meditar. No necesitas forzarte a visualizar si no es lo tuyo. Ni quedarte quieto si tu cuerpo necesita moverse. Ni repetir mantras si no conectas con las palabras. Solo necesitas encontrar tu puerta. Tu ritmo. Tu manera. Y una vez la encuentres, descubrirás que meditar no es algo extraño, lejano o complicado… sino una forma natural de volver a ti.
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– auditiva,
– kinestésica,
– en movimiento,
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Están disponibles en cinco idiomas (español, inglés, holandés, francés e italiano), para que cada persona pueda conectar a su manera, en su propio idioma.
🧘♀️ Te invito a explorar, probar y sentir cuál de ellas es la que abre tu puerta interior. Porque meditar sí es para ti.
Solo tienes que encontrar tu forma.
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