Para los antiguos egipcios, sanar significaba restablecer el flujo de energía vital, guiado por símbolos sagrados, geometría de poder, oraciones, aceites y rituales conectados con las deidades y las fuerzas universales. A través de la sanación egipcia, accedemos a un lenguaje simbólico y energético que activa memorias dormidas, empodera al terapeuta y transforma al alma que se deja tocar por la luz.