Interacciones aurales III. Flujos bioplasmáticos
En el artículo anterior de la serie hablamos de una de las formas en que interactuamos en el cuarto nivel aural, que es la inducción de frecuencias; vimos cómo unos campos energéticos afectan a otros durante la interacción y cómo podemos proteger y reforzar nuestra aura de manera que no seamos tan fácilmente influenciables a nivel energético. En el presente artículo veremos otra de las formas en que compartimos energía durante las relaciones.
Los flujos bioplasmáticos
Otra de las formas en que interactuamos energéticamente es a través de los llamados “flujos de bioplasma”. Éstos son emanaciones energéticas que desprende nuestra aura y que la visión del campo astral percibe como corrientes fluidas de luz de diversos colores. Estos flujos pueden presentar diversas formas, colores e incluso texturas dependiendo del tipo de interacción que estemos experimentando, de los pensamientos y emociones implicados en la comunicación.
Cuando nos relacionamos con alguien que nos gusta y de forma positiva, estos flujos presentan colores brillantes y claros, mientras que cuando interactuamos con alguien que nos desagrada o bien evitamos intercambiar estos flujos o éstos se vuelven oscuros, irregulares y de aspecto punzante o similar a tentáculos, dependiendo del tipo de emoción que transmita el bioplasma. Con «interacción» no me refiero solamente a los casos en los que existe comunicación explícita, los intercambios aurales se producen también cuando una persona mira a otra incluso a una distancia considerable, aunque no se estén comunicando abiertamente, de hecho estas emanaciones energéticas pueden atravesar el espacio de muchos kilómetros y llegar a una persona en la que estemos pensando con intensidad… pero eso es tema para otro artículo 😉
Cuando interactuamos con alguien por quien sentimos amor, emitimos corrientes de energía rosada semejantes a olas que discurren de forma lenta y suave; si existe pasión, esos flujos rosados se mezclan con olas rápidas de un naranja brillante. Por otro lado, si las emociones son violentas se muestran en forma de lanzas o flechas de tonos oscuros, lanzadas desde el campo aural de la persona que las genera en flujos bruscos e irregulares; si incluyen odio, el bioplasma tomará una forma puntiaguda, penetrante y entrará en el campo de la otra persona de forma invasiva presentando un color rojo oscuro; en cambio si la emoción dominante es la envidia, el flujo se verá como unos tentáculos viscosos, pegajosos, de un oscuro verde grisáceo. Cuando una persona pretende manipular a otra, ya sea consciente o inconscientemente, emite flujos densos y viscosos como los tentáculos que vimos anteriormente o bien ganchos con los que se engancha desesperadamente del campo de la otra persona.
Reacciones a las corrientes bioplasmáticas
El bioplasma que emana de nuestro campo aural reacciona a las interacciones básicamente de cuatro formas distintas: rechazo, atracción, interrupción o permiso. Esto significa que cuando un flujo llega a nosotros podemos rechazarlo, repelerlo, o por el contrario atraerlo aún más hacia nosotros, o bien interrumpimos la interacción para que el bioplasma no llegue a nuestro campo, o permitimos que éste entre en nuestra aura sin oponer resistencia.
Cuando interactuamos con alguien de forma positiva y los flujos de bioplasma son sanos, tendemos a atraerlos hacia nosotros ya que nos hacen sentir bien y el intercambio es beneficioso para ambos. Sin embargo cuando la corriente de energía es agresiva o invasiva, nuestra reacción cambia por completo y pasa a depender en gran medida de nuestro sistema de defensa energética (que vimos en el primer artículo de la serie). Cuando usamos una defensa pasiva tendemos a dejar que los flujos invadan nuestro campo, no nos sentimos suficientemente fuertes como para contrarrestarlos y permitimos que nos invadan; en cambio cuando nuestra defensa es preferentemente activa estamos más inclinados a rechazar, repeler o frenar las corrientes negativas que vienen hacia nosotros.
Para manejar mejor las corrientes no deseadas que llegan hasta nuestro campo, debemos trabajar nuestra defensa energética. Cada sistema de defensa está asociado a ciertas necesidades del campo energético, cubriendo esas necesidades aprendemos a manejar mejor la defensa y por tanto también la influencia de los flujos de bioplasma.
Recordemos cuáles son las defensas energéticas y veamos cómo podemos manejar cada una:
- Quienes emplean la defensa de la retirada o la llamada de puercoespín, necesitan experimentar su esencia individualizada, su parte divina dentro del individuo diferenciado que es, y también rendirse a la experiencia física de ser humano, de estar en el cuerpo que eligió para esta encarnación.
- Tanto quienes usan la defensa de succión oral como los de la negación verbal, tienen como principal necesidad reconocer la fuente infinita de la que nutrirse y saber que es suficiente, que el propio ser es suficiente y que la vida es abundante.
- Aquellos que utilizan los ganchos y la sujeción mental en su defensa necesitan confiar en los demás, cometer errores y sentirse seguros a pesar de ello, entender y respetar la esencia interna y la voluntad de los demás.
- Los que usan los tentáculos necesitan liberarse para sentirse a sí mismos y expresarse, reclamar la esencia divina que hay dentro de ellos para no buscar fuera sino dentro.
- Por último, aquellos que emplean la demostración de fuerza y se contienen dentro de sus propios límites necesitan incorporarse plenamente a la experiencia vital, sentir su ser real y encontrar su propia autenticidad.
Impregnando los objetos
Estas interacciones muestran que todos estamos conectados, nos unimos y separamos constantemente a través de estos intercambios energéticos, y no solo lo hacemos con otras personas sino también con los animales, las plantas e incluso los objetos de nuestro entorno. Un objeto puede impregnarse con bioplasma nuestro de forma positiva o negativa, sin darnos cuenta lo estamos cargando con nuestra propia energía y la carga que le demos depende de los pensamientos y sentimientos que tengamos en ese momento. Es así como se cargan las piedras y cristales, pero de forma consciente y con intención; lo mismo podemos hacer con un objeto que queramos impregnar con cierta energía para usar con un determinado propósito.
A continuación os propongo un ejercicio con el que podéis cargar un objeto con una energía concreta para usarlo en las situaciones que necesitéis. En este ejemplo cargaremos el objeto con auto-apreciación, pero podéis cargarlo con cualquier otra energía adaptando el ejercicio a vuestras necesidades.
Elegimos un objeto, algo que coja en una mano y podamos llevar con nosotros fácilmente, preferentemente algo que nos guste mucho. Con el objeto en nuestra mano derecha, nos ponemos en estado de relajación (podemos usar cualquier técnica sencilla para ponernos a tono, puede ser simplemente centrarnos en la respiración, lo que nos sirva mejor). Cargamos el objeto con energía de auto-apreciación; lo hacemos utilizando una visualización en la que nos vemos siendo autónomos y autosuficientes, consiguiendo nuestros objetivos, nos sentimos valiosos y seguros, nadie puede convencernos de que somos menos o de que no valemos. Tratamos de experimentar la sensación, no solo visualizar, ya que el sentimiento es lo que realmente lanza esa energía enfocada por la intención. El objeto se impregnará con esta energía. Podemos llevarlo siempre con nosotros y, cuando sintamos que necesitamos ese poder, esa energía de auto-apreciación, cogemos el objeto y nos nutrimos de ese bioplasma que es nuestro y lleva toda esa carga positiva.
Cuanto más tiempo pase el objeto con vosotros más se cargará de vuestra esencia y mejor responderá a vuestra necesidad energética. De vez en cuando, si sentís que es necesario, podéis repetir el ejercicio y recargarlo (si queréis cargarlo con una energía distinta recordad limpiarlo antes y, una vez neutro, depositad en él la nueva intención). Podéis usarlo para todo lo que se os ocurra; llenarlo de valor para ayudaros a enfrentar una situación difícil, o de confianza, de positividad si normalmente tendéis a ver el vaso medio vacío, de independencia, capacidad comunicativa, empatía o ecuanimidad. Vosotros elegís.
En el siguiente artículo de la serie sobre interacciones aurales os hablaré de los cordones de luz, veremos qué son, cómo nos conectan con otras personas y cómo podemos determinar si un cordón está dañado o se encuentra sano.