El poder del Pensamiento Positivo
Dicen que vivimos tiempos difíciles, y es verdad; crisis económica, cambios que afectan nuestras vidas, retos que tenemos que afrontar cada día, y la incertidumbre de si la situación mejorará o irá a peor… pero ¿qué época no ha sido de “tiempos difíciles”?, tiempo de guerras, de hambre, de gente muriendo en la calle de cualquier enfermedad que hoy día ni nos preocupa, tiempo de retos y de incertidumbres, igual que ahora. Sin embargo hemos continuado avanzando, manteniendo el espíritu en pie y enfrentándonos a las situaciones por duras que pudieran ser.
Las situaciones son solo situaciones, y son siempre difíciles y duras cuando nos toca vivirlas y afrontarlas a nosotros mismos, no importa de qué se trate, si una situación laboral desafortunada, una crisis interna o una época marcada por la “mala suerte”. Solo nosotros podemos enfrentarnos a lo que aparece en nuestro camino y solo nosotros tenemos las claves para derrotar a nuestros demonios. Una de esas claves reside en la actitud que mostramos ante la vida, es el poder del pensamiento positivo.
Cuando nos encontramos sumidos en una situación que nos desagrada, que nos hace sufrir y que se repite día tras día muchas veces caemos en la trampa de volvernos negativos, los pensamientos nefastos aparecen en nuestro horizonte mental y nos tientan para que los creamos, para que les hagamos caso y sigamos creando pensamientos negativos, que se van acumulando en nuestra vida hasta hacerla, en ocasiones, un auténtico infierno.
Los pensamientos negativos nos agotan, nos debilitan y no quiero decir solo anímicamente, son perniciosos a nivel físico; se ha comprobado que un minuto de pensamiento negativo debilita nuestro sistema inmunológico durante varias horas, además el estrés que provoca lesiona las neuronas de la memoria y del aprendizaje, tensa nuestros músculos, provoca dolores de cabeza y hasta úlceras, y aumenta la propensión a padecer problemas cardíacos entre otras dolencias.
Los pensamientos negativos afectan también a nuestra vida familiar y social; llevamos nuestra irritabilidad, queja y descontento al entorno familiar influyendo negativamente en ésta, debilitando los lazos afectivos y agotando también a nuestros seres queridos. El aislamiento social es otra consecuencia de convertirse en una persona negativa, nos dificulta los contactos sociales y por tanto la integración y adaptación social.
En el trabajo creamos una mala imagen de nosotros mismos, al convertirnos en esa persona que siempre se está quejando, que siempre está de mal humor, fomentamos nuestro propio aislamiento, provocamos reacciones negativas y evitamos posibles oportunidades de mejorar nuestra situación laboral debido a nuestra actitud pesimista, negativa e irritante.
Los pensamientos negativos no solo son perniciosos por todos estos factores, lo más importante, lo más grave, es que nos convierten en seres infelices, insatisfechos, nos impiden disfrutar de lo que tenemos a nuestro alrededor y nos paralizan al sumirnos en el círculo vicioso de la queja y el descontento.
Su vida familiar es más sana y enriquecedora porque comparte momentos de alegría y felicidad con sus seres queridos, lo que refuerza los lazos de afecto y motiva a las personas que comparten su vida. También disfruta de los contactos sociales, reforzando los lazos con amigos y conocidos que le aportan momentos gratificantes de comunicación positiva.
En el trabajo es una persona que influye positivamente en sus compañeros, que contribuye a crear buen clima en su entorno laboral y provoca reacciones positivas; al contar con una energía renovada y fresca su capacidad de trabajo es mayor que la del individuo siempre preocupado por sus problemas, por criticar a los demás y por resaltar los aspectos negativos de todo.
La persona que rige su vida por pensamientos positivos es, podemos decir, una persona mucho más feliz, alguien que se siente pleno y disfruta de la vida, alguien que se permite a sí mismo aprender de cada situación, avanzar y evolucionar para ser una mejor persona.
Comparando estas dos imágenes, ¿quién en su sano juicio querría ser la persona de pensamiento negativo? Probablemente quien no se ha dado cuenta de que está sumido en su remolino de negatividad o quien aún no sabe que puede salir de ahí, que se puede cambiar, que tenemos la voluntad y el poder de convertirnos en esa persona más positiva, más sana, más feliz.
Pero ¿cómo hacerlo cuando estamos inmersos en una situación que nos hace sufrir y que no podemos cambiar o evitar? La clave puede estar no en cambiar la situación sino en cambiar nuestro punto de vista, nuestro enfoque de las circunstancias. No se trata de maquillar la realidad y engañarnos a nosotros mismos para ver como algo positivo una situación que nos está dañando, se trata de no enfocarnos en los aspectos negativos, de distanciarnos un poco y ver un cuadro más amplio; no se trata de no ver los obstáculos sino de considerarlos oportunidades para crecer, ver los problemas como situaciones con solución y a nosotros como la persona capaz de resolverlos, y capaz de aprender de ellos en el camino.
Pero ¿cómo realizar este cambio?, ¿cómo podemos dar la vuelta a una situación que nos desmotiva y nos hace infelices, que nos ha convertido en una persona negativa?, ¿cómo conseguimos cambiar nuestro enfoque, ver las mismas cosas de forma distinta y convertirnos en una persona positiva? Te propongo algunas ideas que puedes poner en práctica para traer positividad a tu vida; si te comprometes con el pensamiento positivo y sigues algunas (o todas) de estas pautas, estarás trabajando sobre tus patrones de pensamiento negativo y empezarás a convertirte en esa persona más positiva, más sana, más feliz.
Pensamiento opuesto
Para practicar el pensamiento opuesto primero debes ser consciente del color de tus pensamientos; observa las ideas que llegan a tu mente constantemente, y cuando detectes un pensamiento negativo, aplica el pensamiento opuesto contrarrestándolo con una idea positiva. Para empezar, si te ayuda puedes anotar los pensamientos negativos que te surgen durante el día (te darás cuánta de cuánta negatividad genera tu mente e inmediatamente querrás cambiar esto)
Por ejemplo, si te encuentras pensando en lo poco que te gusta el aspecto de la oficina donde trabajas, añade un “pero tengo una ventana cerca, desde donde puedo ver el cielo y recibir la energía del sol”; si sales a la calle y está lloviendo a mares, añade un “suerte que tengo un paraguas y apenas me mojaré”; si estás en medio de un atasco en el tráfico, disfruta de la música que lleves en el coche y relájate, llegarás cuando tengas que llegar, ni antes ni después.
Dejar de criticar
La crítica no constructiva es la expresión de uno de los tipos de pensamiento negativo que más nos envenena el alma y el cuerpo. A veces una persona (o situación) se convierte en el blanco de nuestras críticas y, si no nos damos cuenta de esto y lo paramos a tiempo, la crítica genera más crítica hasta convertirse en algo totalmente fuera de control. Para detener esto lo primero que deberíamos hacer es mirarnos a nosotros mismos; ¿realmente somos tan distintos de la persona a la que estamos criticando?, ¿qué nos hace superiores y por tanto con derecho a resaltar las faltas del vecino, o del compañero de trabajo, o del conocido (o desconocido) de turno?
Podemos usar aquí la técnica del pensamiento opuesto; cuando se te ocurra algo malo sobre otra persona, antes de decirlo trata de encontrar algo bueno en él/ella, una característica admirable con que contrarrestar tu pensamiento negativo. También puedes hacerlo cuando oigas a alguien criticar a un tercero, en lugar de sumarte a su crítica, trata de defender a esa persona diciendo algo bueno de ella. A veces es difícil alabar a alguien con quien tenemos una mala relación, un jefe que nos hace de menos, un compañero que nos perjudica, un conocido que trata de aprovecharse de nosotros… pero si queremos convertirnos en la persona de pensamiento positivo debemos esforzarnos por ver –detrás de esos actos que nos desagradan o de esa actitud que nos revuelve– a un ser humano con los mismos miedos e inseguridades que nosotros, y no aceptar el juego de la negatividad, romper el círculo y compensarlo con positividad.
Perdonar
A veces nos cuesta aceptar que las personas son como son y que las interacciones con los demás nos traen exactamente lo que necesitamos en cada momento para aprender. Tratemos pues de aprender de este tipo de las experiencias, intenta ponerte en los zapatos de tu “enemigo” y comprender por qué actuó como lo hizo, qué siente respecto a lo que pasó, cómo influye en su vida, no te centres solo en cómo influye en la “tuya”. Cuando hayas conseguido cierto nivel de empatía con esa persona, acepta lo ocurrido y déjalo correr, no guardes dentro lo que solo te hará más daño.
Vivir en el presente
Nada es posible sino en el presente, todo lo que ocurre, ocurre ahora; cuando nos preocupamos por algo del pasado nos impedimos avanzar a causa de algo que ya ha pasado, y cuando nos preocupamos por el futuro lo hacemos por algo que ni siquiera existe. El único momento real es el momento presente, aquel en el que puedes actuar, decidir, pensar y sentir… ser. Incluso cuando te encuentras en una situación difícil, en medio de lo que consideras un problema, puedes detenerte un momento, respirar y darte cuenta de que, en ese preciso instante, sigues siendo tú; al margen de la situación, al margen del problema, al margen de lo que ha pasado o está por venir, tú sigues siendo tú, y verás que en el momento en que te has detenido y te has ocupado tan solo de respirar y de ser consciente de tu propia presencia, todo lo demás queda fuera de ti, no es “tú”. Tú no eres esos problemas, no eres esa situación, no eres nada de lo que te ha estado agobiando y preocupando. Recuerda que siempre puedes parar, respirar y mantenerte en el presente, todo lo demás es un producto de tu mente y por tanto puede cambiar en cuanto cambias tu forma de observarlo.
Reír
La risa, ha quedado demostrado, puede ser una magnífica terapia en todo tipo de situaciones; mejora el estado físico y mental ya que relaja los músculos tensos, disminuye la presión de la sangre, reduce la producción de hormonas que causan estrés, ayuda a la absorción de oxígeno en la sangre, incluso adelgaza ya que al reír se movilizan 400 músculos de todo el cuerpo. No hay mejor manera de llamar al pensamiento positivo y a la felicidad que riendo; si deseas cambiar tus patrones de pensamiento negativo, la risa no puede faltar en tu día a día, ríe con los amigos, con películas o vídeos de humor, evoca los recuerdos divertidos de tu vida o ríete de ti mismo. Si el pensamiento negativo, el mal humor o la tristeza están aún tan presentes en tu vida que te cuesta reír, al menos trata de sonreír, empieza esbozando una sonrisa delante del espejo, aunque no tengas ganas, sonríe, y después trata de sonreír sinceramente a la mayor cantidad posible de personas; verás que las reacciones positivas no se hacen esperar y pronto sonreír será más y más fácil.
Ser feliz con lo que se tiene
Ser feliz con lo que hay a nuestro alrededor, con lo que la vida nos ofrece, con lo que actualmente tenemos, es una de las claves del pensamiento positivo. Si cada días te detienes a mirar a tu alrededor y te das cuenta de las cosas maravillosas que hay en tu vida, da gracias por ellas y disfruta de tenerlas. La sociedad actual nos insta a ser más, a tener más dinero, más éxito, más pertenencias, a aspirar a la acumulación y a ver la adición como algo deseable y “natural”. Sin embargo ¿quién dirías que es más feliz, el que siempre necesita (o cree necesitar) más o el que es consciente del valor de lo que tiene y es capaz de disfrutar de ello? La ambición hace de las personas seres descontentos, insatisfechos, porque siempre hay algo que les falta en esa carrera sin fin marcada por el “más”. Te propongo dar gracias cada día aunque sea por una sola cosa que valoras en tu vida, si quieres puedes apuntar tus agradecimientos en un cuaderno destinado a este fin; te darás cuenta de que rara vez podrás limitarte tan solo a una “cosa”, y verás cada vez con más claridad cuántas cosas positivas hay en tu vida.
Vida sana
La conocida expresión “Mens sana in corpore sano” no es ninguna tontería, cuando el cuerpo se encuentra sano y bien cuidado la mente también lo agradece. Un cuerpo con exceso de grasas, de azúcares, de tensión en los músculos o de elementos que ensucian la sangre y lo dañan, es un cuerpo con dolor, y cuando sufrimos dolores nos ponemos de mal humor, nos cuesta más mantenernos positivos. El cuerpo es nuestro medio de interacción con el mundo, si no está sano nuestra interacción con el entorno será más difícil, menos fluida.
Reducir el estrés
El estrés es uno de los generadores más potentes de pensamiento negativo, y desgraciadamente un mal habitual muy extendido en la sociedad actual. El estrés nos agota y por tanto nos resta creatividad, productividad y alegría, nos mantiene de mal humor, frustrados e irritables, cuando no apáticos. Se puede combatir el estrés de diversas formas, y hay numerosas fuentes a las que puedes acudir, tanto en la red como a través de libros especializados, pero he aquí algunos consejos abreviados de algunas formas de reducir el estrés en tu vida.
- Descansa el tiempo suficiente (tanto durmiendo como realizando las pausas necesarias)
- Relativiza las situaciones (no se trata de dejar de tomarlas en serio sino de no tomarlas como algo personal, nada es tan definitivo ni grave como muchas veces parece)
- Disfruta de lo que estás haciendo en cada momento, por anodina que sea la actividad, y realiza la tarea por la tarea misma en lugar de pensar en el resultado
- Cambia de actividad tanto como te sea posible, siempre manteniendo el orden y administrando el tiempo de forma práctica
- Renueva o remplaza lo que no funciona
- Aprende a decir “no”
- Toma tiempo para ti mismo, por poco que sea, cada día.
- Reduce o elimina los productos excitantes y/o dañinos, como el café, el té, el tabaco…
- No aplaces las tareas pendientes día tras día, se convertirán en elementos de presión y estrés hasta que finalmente las realices a desgana por “quitártelas de encima”
- Disfruta cuanto puedas, de cada momento del día si te es posible, porque cada instante es una ocasión para aprender y para disfrutar, y una vez pase ya no volverá.